jueves, 28 de mayo de 2009

Un Lugar Oscuro

Capítulo 1.

Caminaba una noche de invierno por un oscuro bosque, solo se oía el ulular de los búhos y el sisear del viento chocando con las ramas de los árboles, ni un paso, ni mi propia respiración. Seguí caminando abrazándome a mi misma para intentar resguardarme del frío, de ese frío que traía este helado invierno, notaba como mis pisadas dejaba su huella en la nieve pero aún así seguía sin oír nada, puede que fuese por el miedo, quién sabe, pero no conseguía oír nada, desde que salí corriendo desde aquel cementerio tan solo tenía la impresión de que alguien me observaba y eso me asustaba.

- ¿Quién hay ahí? - pregunté con voz temblorosa, miré por todo el lugar, por donde los árboles más cercanos y que más sombra daba - ¡No tiene gracia! - grité intentado esconder mi miedo, pero me era imposible, estaba demasiado asustada, alguien me seguía, estaba totalmente segura de eso, alguien me seguía y no sabía el por qué.

"Son imaginaciones tuya, Ángela, estás sola, tus amigos se fueron en sus coches y tu te quedaste aquí" pensé, "pronto llegaremos a casa o a la carretera para que alguien nos ayude" me decía esa vocecita en mi cabeza"

Me paré en seco a mirar a los alrededores, me miré la ropa, mi largo vestido estaba casi roto, las botas embarradas, miré mis brazos, tan solo tenía una torerita de cuero, toda de negro, toda de negro en esa oscuridad del bosque, me froté los brazos intentando darme algo de calor, pero no surtía demasiado efecto. De pronto oí un ruido, como el crujir de una rama pisoteada, busque con la mirada aquel sonido pero todo estaba demasiado oscuro, no veía más allá de mis brazos.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó una voz algo ronca a mi espalda.

Mi corazón empezó a palpitar cada vez más rápido, a más velocidad, parecía que se me iba a escapar del pecho, lentamente me empecé a girar, no se veía quien era, solo se veía una figura alta, de largos cabellos, un brillo en sus ojos y un cuerpo fornido. Sabía que era un hombre, una figura así no podría tenerlo una mujer, eso era imposible.

- Me he perdido - dije tartamudeando - no... no se donde estoy.

Callé, al igual que hizo aquella persona, poco a poco me fui volviendo hasta darle la espalda, eché a correr, a correr todo lo que pude pero de repente choqué contra algo frío y duro, caí, caí al suelo volviéndose todo más oscuro de lo que ya estaba.

Poco a poco fui volviendo en si, lentamente abrí los ojos, todo estaba algo borroso, seguía a oscura, pero no estaba en aquel frío bosque, poco a poco me fui recuperando y volví a ver bien, con toda claridad que aquella oscuridad me permitía.
Me llevé una mano a la cabeza como intentando quitarme el dolor, aquel dolor producido por el choque. Miré el lugar con algo de miedo pero ala vez intriga, toqué el lugar donde me encontraba tumbada, era blandita y cálida, me incorporé y me levanté, algo me lo impidió, algo duro y frío, levanté la cabeza para ver que era...

- No deberías haber venido - me dijo la misma voz ronca del bosque - no debería haberte traído - dijo alejándose de mi y dejándome espacio.
Con dificultad me levanté.
- ¿Por qué? - pregunté temerosa - ¿corro algún peligro?

Aquel ser extraño soltó una carcajada sonora, de repente se puso serio mirándome fijamente, no lo veía, pero lo notaba, notaba como me miraba la parte descubierta de mis pecho y subía por mi garganta, me eché hacia atrás cayendo sobre la cama.

- No - dijo - no temas, no te haré daño - susurró más para si que para mi.

Me volví a levantar y con lentos pasome coloqué enfrente suya, estiré una mano temblorosa hasta su mejilla, con dudas acaricié su mejilla, era fría, dura, pero suave. Él agarró con suavidad mi mano y la apartó de su cara.

- No hagas eso, no me lo pongas más difícil - me pidió - ¿no ves que me cuesta que estés aquí conmigo? - me pregunto más como reproche.
- Lo siento, no, no lo sabía - pregunté extrañada. Suspiré - ¿qué es lo que eres?¿Por qué te escondes?
- No te gustaría saberlo - me dijo apartándose de mi.
- Si, si que quiero - pedí.

Se acercó a mi, pasó su mano por mi cintura. No se lo que pasó exactamente, solo recuerdo que después de haberme agarrado por la cintura me encontraba devuelta en el cementerio, en la tumba de mis padres.

- Margaret y Lucas Spirit - leí en las tumbas, me arrodillé ante ellas repasando los nombres con mis dedos - os echo de menos - susurré con lágrimas que bajaban por mis mejillas.

Me puse en pie y salí del cementerio, ya era de día, no estaba segura si lo de anoche fue un sueño o real.
Ante la gran reja del cementerio eché un vistazo en su interior y seguí caminando, un policía estaba recorriéndose el lugar. No tardé nada en llegar a mi casa, mi tía Caroline me esperaba en la puerta.

- ¿Se puede saber dónde pasaste la noche? - me preguntó mosqueada - te he estado llamando...
- Luego te cuento - fue todo lo que le dije. Pasé por su lado y me dirigí a mi dormitorio con pasos lentos, me encerré en mi cuarto y empecé a quitarme toda la ropa para después ponerme l pijama rojo que había dejado tirado en la silla.

Bajé todas las persianas, dejé mi dormitorio a oscura y me recosté sobre la cama con el mp4 que me había regalado mi tía hace dos días, me tumbe escuchando un grupo desconocido, no sabía ni en que idioma cantaba, me tumbe y me quedé dormida.

- Ángela - llamó mi tía a la puerta, sin obtener mi respuesta abrió, apareció con un plato de galletitas - te he traído algo de comer - dijo encendiendo la luz.
- No, déjala apagada - me quejé - déjalo en la mesilla, cuando tenga hambre comeré.
Dejó el plato dond ele dije, me echó un vistazo zarandeando la cabeza y se fue apagando la luz.

Me volvía quedar a oscura, pero ya no estaba cansada, me levanté, tan solo encendí la lamparita que estaba junto al ordenador, lo encendí y lo primero que me vino fue un mensaje de un tal Ralf:
Te espero en el cementerio a las doce

Me quedé extraña, lo primero que pensé que se había equivocado, borré el mensaje y apagué el ordenador, me volví a acostar en la cama escuchando la misma música, esta vez no me dormí, no tenía sueño.

Las primeras luces del día me despertaron, mi tía habría entrado mientras yo dormía, miré el reloj de la mesilla de noche, marcaban la siete de la mañana, me levanté adormilada y me metí en el cuarto de baño, me duché con agua fría para despejarme y me vestí con un pantalón pitillo, una camiseta negra de manga corta que dejaba al descubierto mis hombros, una sudadera roja encima y mis converses negras, miré el calendario mientras me cogía dos coletas, era lunes, arreglé la mochila y salí de mi cuarto, desayuné un vaso de leche fría y una tostada, salí de mi casa y mientras iba caminando hacia el instituto me encontré con uno de mis amigos que me dejó tirada el sábado en el cementerio.

- Ey, Ángela, espera - me llamó desde la acera del frente - espera, espera - me decía, pero yo le ignorababa, iba escuchando mi mp4 . ¿por qué no me has esperado? - me preguntó llegando junto a mi.
- Por la misma razón que no me esperaste el sábado en el cementerio - fue lo único que le dije durante el trayecto a clase.

Entramos en el aula y me senté como siempre en el pupitre del final del todo, saqué mi pequeño diario rojo de terciopelo y comencé a escribir en él lo que pasó en el cementerio, el misterioso chico que me sacó del bosque y del correo de había recibido aquella y de como me sentía cuando me di cuenta de que mis amigos me habían dejado tirada en aquel lugar, sin preocuparse de mi, sin importarle como me encontraba o donde estaba.

En mitad de la clase de Historia mi móvil sonó, por suerte el profesor estaba algo sordo, saqué el móvil, había recibido un mensaje de Rafl, el chico de anoche:
¿Por qué no fuiste?

Le di a la tecla responder y m quedé unos minutos pensando que contestarle...
Pero es que no se quien eres

Al rato recibí otro mensaje, del mismo chico:
Soy quien te sacó de aquel bosque

mi corazón empezó a latir vertiginosamente, estaba apunto de salirse por la boca, cogí el diario y escribí lo del mensaje, de quien era..
Me siento ansiosa por volver a verle, me quedé con las ganas de ver sus rostro, pero seguro que es hermoso, nada como los chicos que hay en esta estúpida clase...

Tuve que cerrarlo el profesor empezó a pasearse por la clase y se dirigía a mi mesa, saqué enseguida el libro de historia y lo abrí por la página que era, mientras el profesor seguía mirando yo de reojo le observaba hasta que se regreso al frente de la clase, solté un suspiro...

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